MI VISIÓN PLÁSTICA
Mi camino como artista plástico es mucho más largo que como fotógrafo, y encontrar una imagen propia requirió también de mucho más años y experiencia.
Lo normal suele ser enfocarse en una actividad para profesionalizarse en ella. Pero yo pasé los últimos 15 años practicando y desarrollando fotografía y pintura a la vez.
Seguramente eso, y que nunca haya podido romper definitivamente la dependencia económica de mi trabajo como profesor de arte, hicieron que avance más lento en comparación con artistas especializados en una disciplina.
Sin embargo, practicar ambas casi por igual también permitió que ambos aprendizajes se nutran entre sí, aportándose mutuamente herramientas, conceptos y búsquedas estilísticas.
Actualmente radicado en España y viviendo una nueva vida en Andalucía, he montado mi nuevo estudio en donde desarrollo ambas disciplinas profesionalmente y por igual, habiendo hallado mi propia imagen artística gracias a este diálogo mutuo que lleva años de desarrollo sostenido.
Mucho tiempo me tomó darme cuenta de que mi estilo pictórico, mi estilo personal en la pintura, nunca se iba a despegar mucho de la fotografía mientras trabajara en ambas disciplinas casi con la misma intensidad y dedicación. Cuando pude soltar esa inseguridad que arrastra todo artista, mirando mis intenciones estilísticas y mis búsquedas plásticas con más autocomplacencia y menos rigidez crítica o presión academicista; sentí una liberación, una manifestación casi epifánica.
No había que buscar más allá, la respuesta estaba enfrente mío: pintar mis fotos, seguir desarrollando ambas pasiones por igual y permitirles entrelazarse, dialogar entre sí: Reinterpretar la fotografía, que es un manifiesto de una actividad más dinámica y de una dimensión más objetiva y testimonial; en una pintura al óleo que es el producto de una actividad más estática, con una dimensión más personal y subjetiva: la del trabajo en el estudio.
Mucho de lo que he aprendido sobre composición, encuadre y luz en fotografía, lo he aplicado en la pintura. Y mientras más aprendizajes hay en cada disciplina, más pueden aportarse entre sí.
Mi estilo de pintura puede dividirse en dos dimensiones que resultan dos necesidades pictóricas:
Por un lado, una más visceral, la de trabajar con una técnica más naturalista, con un interés mayormente enfocado en la luz, el volumen y la forma. Ligada a una búsqueda de aprendizaje academicista que conecta con la satisfacción del proceso de perfeccionamiento de la obra a largo plazo.
Y por el otro, una más expresiva, de pincelada suelta y más vinculada a una impronta impresionista. La satisfacción se da, en este caso, en tiempo presente a través del juego entre la mano y la herramienta.
Ambas maneras de relacionarse con la acción de pintar, luchan en mi interior por tomar el control. Mi desafío personal es encontrar un equilibrio entre estas dos pujas ya que el hecho de que la pincelada suelta de impronta impresionista vaya ganando confianza es sinónimo de autosuperación y mayor aprendizaje y control técnico.
